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lunes, 15 de noviembre de 2010

NOMBRES DE LA VIRGEN DEL ROCIO

ROCIO

¿Qué es y qué significado tiene el rocío en la Biblia?
En el lenguaje bíblico el rocío es símbolo de las bendiciones de Dios.

El rocío es también en el lenguaje bíblico símbolo representativo de la acción creadora y vivificante de Dios, atribuida al Espíritu Santo.

La situación geográfica de Palestina, su relieve, su clima muy seco, explican esa estimación que el pueblo de Israel sintió siempre, hasta en nuestros días, por el agua, por las corrientes de las aguas, por la lluvia; explican también la importancia del rocío en la vida agrícola palestinense, tal como se refleja en la Biblia.

Nadie como el pueblo hebreo añoró con tan bella ilusión el campo fecundado por la corriente de las aguas. Los vientos dominantes que rigen el clima de Palestina, eran, como hoy, los que la Biblia llama del Negheb, que los actuales árabes palestinenses llamaban Hamsín, abrasador y sofocante, mustia las plantas y lo cubre todo de un fino polvillo del desierto, acentuando así la impresión de aridez.

El viento del Mijan, de poniente, del mar, trae siempre la nube, la lluvia, el rocío refrescante y fecundador. Durante las noches, excepto cuando sopla el Negheb, el viento del mar, cargado de humedad, produce en la fría madrugada rocío tan abundante como una mansa y fina lluvia. Fácilmente comprenderemos la gran estimación que del rocío hacían los hebreos.

Pueblo de tan alto sentido religioso y poético como el hebreo, desde muy antiguo hizo del rocío símbolo de fecundidad y bendición:

La valoración significante del rocío como símbolo de bendición y fecundidad siguió una línea evolutiva, desde la simple fecundidad física de la tierra, hasta alcanzar el más alto sentido de fecundidad sobrenatural y espiritual. Ápice de la elevada significación sobrenatural del rocío en la Biblia es el vaticinio de Isaías:

Cielos, enviad rocío de lo alto,
y las nubes lluevan al justo:
ábrase la tierra y brote el Salvador
(Isaías, 45, 8)
 

La Santa Iglesia nos recuerda muy apropiadamente ese mismo poder fecundante sobrenatural del rocío del Espíritu Santo en la postcomunión de la misa del domingo de Pentecostés "Sancti Spiritus, Domine, corda nostra mundet infusio: et sui roris intima aspersione foecundet". (Oh Señor, que la infusión del Espíritu Santo purifique y limpie nuestros corazones, y, penetrándolos hasta lo íntimo con su divino rocío, los haga fecundos).

A muy grandes rasgos hemos expuesto lo que el rocío es y significa como símbolo religioso de fecundidad en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, y en la liturgia de la Iglesia.

El pueblo almonteño, con fino y vivo sentido de fe, cambió, el nombre a Santa María de las Rocinas y la llamó y nombró desde 1653 del ROCIO, con evidente e intencionada alusión al místico rocío del Espíritu Santo, dador de vida y dentro de los cambios interiores y de espiritualidad que por entonces se vivían en la Iglesia. Y su fiesta, para completar la religiosa intención, se estableció en la pascua de Pentecostés, en lugar de la anterior del 8 de Septiembre, Natividad de Maria.
 
Grabado más antíguo conservado de la Virgen (1720-22)

Con este título y nombre del Rocío y celebrada en Pentecostés, queda perfectamente delineada la figura de María en el contexto general de la historia de la salvación, y situada en el centro mismo de la vida y de la fecundidad sobrenatural de la Iglesia; María y la Iglesia, encontradas en ese lugar que es la fecundidad para la vida cristiana, parecen haber hallado su expresión más perfecta en la devoción rociera.

Todos estos profundos y sutiles conceptos teológicos tienen su expresión plástica, iconográfica, en la imagen de María Santísima del Rocío.

Intentemos hacer, en palabras de Juan Infante-Galán y sintetizando lo más posible, el estudio iconográfico de la imagen de la Virgen del Rocío.

"Imagínate ante ella; recuérdala con toda su imponente y humilde majestad, toda vestida de oro. Inscrita en la grandiosa y dorada mandorla, pero con libre y sencilla elegancia, adopta esa hierática actitud oferente del Hijo; la imagen de la Virgen del Rocío no representa, no ofrece a nuestra contemplación un suceder, un ocurrir histórico, en el tiempo; no se mueve ni ejecuta acción alguna, simplemente, está, permanece, con toda la palpitante inmovilidad de lo eterno.
Su acusada frontalidad, la rígida forma triangular envolvente de toda la figura, el oro que la viste y rodea con su fulgor, su vivo hieratismo, dan a la imagen de la Virgen del Rocío un intenso y supremo valor sacral y religioso, que la iguala y aun la sobrepone a las más perfectas creaciones de la iconografía sacra del Oriente cristiano.


El Niño está en el centro de la figura y sobre el vientre de María, expresando así con múltiples sugerencias el carácter cristocéntrico de la persona de la Madre. Este Niño, coronado, con mundo y cetro, entronizado en las manos y sobre el vientre de la Madre, como Pantocrátor, según la concepción paulina, acentúa el carácter soteriológico de la Divina Maternidad de María.

La imagen de la Virgen del Rocío es una interpretación no realista, sino abstracta, teológica, de la persona de María en la plenitud de su función maternal: respecto de Cristo-Salvador-Cabeza del Cuerpo Místico, y, consecuentemente, respecto de los cristianos, de la Iglesia, de los hombres.
La misma actitud hierática de la Virgen, su rostro pleno de vida interior, en concentrada contemplación del Hijo; sus bellos ojos redondos, de paloma, contemplan con toda la redondez de su mirada sólo al Hijo, y, a través de El, todas las cosas recapituladas en el Cristo. Su rostro hermosísimo, nos refleja un denso, profundo y luminoso pensar interior, consciente de su humilde y sublime dignidad. María, contemplativa; María, orante, con oración latréutica; María, Iglesia, intercedente por la Iglesia"
......

"¿Has parado alguna vez tu atención en esas rosas que, del hombro al filo de la saya, rodean por ambos costados a la Virgen?


No son simplemente decorativas, sino expresión plástica de aquello que musita la esposa del Cantar, descaecida de amor: "Fortalecedme con flores y aprestadme con manzanas, porque desflaquecída estoy de amor" .


 


PASTORA DE LAS MARISMAS
 
Comenzó el pueblo almonteño a llamarla así por el traje de pastora que viste en sus venidas al pueblo; en el lenguaje coloquial almonteño, cuando se habla de la venida de la Virgen, se la suele nombrar La Pastora, sin más. Luego cundió el decir, y el bello apelativo se completó y convirtió en Pastora de las Marismas, nombre bien dicho y traído, y mejor aplicado a la Virgen del Rocío, por la tradición pastoril de la misma marisma almonteña. Y el Niño de la Virgen vino de este modo a ser llamado Pastorcito del Rocío.

Después de todo lo de antes dicho, no es necesario razonar con citas el fundamento bíblico de este nombre aplicado concretamente a la Virgen del Rocío, nombre que, por otra parte, como dicho de la Virgen, es de muy antigua tradición religiosa y literaria. Gonzalo de Berceo ya apellidaba así a la Virgen:

Ésta es buena tienda, ésta buena pastora,
que vale a todo hombre que de buen cuor la ora.

Y hasta el Santo Maestro Juan de Ávila, más de una vez llama en sus sermones, pastora a la Virgen:

"Y pues aquí somos venidos para ser apacentados con la palabra de Dios, y la Virgen sin mancilla es nuestra pastora después de Dios, supliquémosle que nos apaciente, alcanzándonos gracia."

Bien dicho está, pues, este nombre que por tantas razones tan perfectamente le cuadra a la Virgen del Rocío, Pastora de las Marismas.


 
BLANCA PALOMA

El pueblo almonteño, fuertemente agarrado a su tradición, acostumbra aclamar a la Virgen con ese nombre que sus antepasados dirigían al Espíritu Santo: ¡Viva esa Blanca Paloma!
Esa blanca paloma era el Espíritu Santo, que desde que le fue cambiado el nombre a la Virgen, se puso en el camarín, sobre la cabeza de la Señora, y en el techo del palio, y hasta bordado en el centro de su manto.

Al Espíritu Santo, pues, se dirigían esas aclamaciones. Borrado del conocimiento del pueblo, con el correr de los tiempos y la general incultura religiosa, el profundo contenido teológico y de espiritualidad de la devoción rociera, el ¡Viva esa Blanca Paloma! fue entendido por todos, los de casa y los de fuera, como dicho por y para la Virgen.

En el lenguaje bíblico, la paloma no es sólo figura y símbolo del Espíritu Santo, sino que significa y representa también al pueblo de Israel, al pueblo de Dios, a la comunidad perfecta de la gracia mesiánica, a la Iglesia.

La paloma, símbolo del Espíritu Santo y de la Iglesia –de María también como tipo y figura de la Iglesia-, viene a ser en la devoción rociera signo de la vinculación del estrecho nudo que existe entre el Espíritu Santo, María y la Iglesia. A la Virgen del Rocío le viene propia y exactamente dado ese bello piropo bíblico de Blanca Paloma.


 


1 comentario:

  1. Estimados rocieros si os gusta la poesia y quereis podeis visitar el blog de un gran rociero que ya no esta entrenosotros, su fe fue tal que con casi 90 años y siego siguio confiando en que la Virgenle devolveria la vista, eso es FE ......
    La dirección es: poetajosemariaenrique.wordpress.com

    Un abrazo de su mayoe admiarador.. su hijo que sigue sus pasos como rociero

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Los comentarios escritos no tienen que ser insultando a la Santísima Virgen del Rocío ni a los rocieros del blog